XI CERTAMEN GENARIANO DE VERSOS BURLESCOS
A continuación se presenta un especial de todo lo relacionado con la convocatoria
del onceavo certamen celebrado en 2023. Volver al índice de poemas NO HABÍA DIOS EN EL MUNDO Por Rodrigo Osorio Guerrero (A Coruña) No había Dios en el mundo, ni Dios había en la calle pues ya clavamos al Cristo en cruz de chopo a la tarde y atropelló Bonifacia a Genarín, Nuestro Padre, que en las rúas de León fue siempre el último andante. No había Dios en el mundo, ni dios había en la calle: el albor del viernes santo parte la Historia en mitades y en ese eterno vacío la Palabra dijo: «¡Hágase!» fue el bigbang de la leyenda y volvió al verbo, la carne: carne mazada de un viejo, santín bueno y venerable, que dejó por toda prueba de su existencia innegable: vómitos sobre las piedras, ríos de meo en las calles y un hedor inconfundible ¿Será olor de santidad-e? La Divina Providencia, que de humor sabe bastante, sin frenos dejó al camión que se llevó por delante a Genarín, Nuestro Padre, cuando en posición cagante evacuaba lo poco que entrara por su gaznate: «Litro y medio de aguardiente, un cachín de buen cabrales, dos gajines de naranja y bilis, bilis a mares», lo dejó escrito el forense en la autopsia miserable con que la oficialidad quiso acabar con el Padre poniendo punto final a su ejemplo memorable. Porreto, Gafas, Luis Rico, recopilan los detalles del mito de Genarín con mil pelos y señales. Francisco Pérez Herrero urdió una trama inefable que, nadie puede negarlo, de mentira hizo verdades y fundó una nueva secta de una fe inquebrantable. Secta indómita, noctívaga de etílicos paladares que en la noche leonesa se refugia en lupanares huyendo de bancos, escuelas, organismos oficiales, televisiones, juzgados y otros impíos lugares en los que los ortodoxos, caciques y otros gendarmes dictan las normas del mundo con su moral arrogante y la intención meridiana de que, nunca, nada cambie. Porque hoy no hay Dios en el mundo sale la secta a las calles: la secta de Genarín santo nuestro, Nuestro Padre, llena plazas, llena rúas, y bares y restaurantes porque, ya saben, sin Dios todo sirve, todo vale y alzo mi copa de orujo para decir, bien lo saben: ¡Viva el santo Genarín! ¡Vivan sus santos lugares! Todas las tascas, garitos, burdeles y restaurantes que aun permiten al pueblo decir lo que a él le sale de su misma libertad y de su ingenio incesante. ¡Viva quién deja cantar a aquel que cantar no sabe! ¡Viva el santo Genarín! ¡Vivan sus santos brebajes! Todos hijos de la vid, todos padres del desmadre, que pare a su vez un «NO» contra el orden imperante. ¡Viva el santo Genarín! ¡Viva nuestro ebrio padre! Y que el orujo nos cruce fronteras que nadie sabe para conocer aquello que hay detrás de las verdades. ¡Vivan las fiestas sagradas! ¡Qué vivan las bacanales! ¡Viva el santo Genarín! ¡Vivan sus santos lugares! Volver al índice de poemas |
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COFRADÍA DE NUESTRO PADRE GENARÍN |
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